POESÍA PISTOLA EN MANO

POESÍA A QUEMARROPA

martes, 10 de mayo de 2011

ESTA BLANCA TEMPESTAD DE ARENA.

Y ahora mírame y contesta viéndome a la cara
 qué calienta tu sangre, te rebela,
te hace aullar feroces gritos de desgarro
y sacando los ojos de tu ombligo
advierte las cosas a tu alrededor.
Porque estos orificios cansados de mundo por los que observo,
me dicen que el dolor de cualquier hombre
no es mucho menos que el amor de una mujer
y su hambre ni se compara con el aroma de su vientre
ni los calambres de la hambruna al olor a sexo vivo.
Entonces dime qué te conmueve, qué espina se te clava:
 inmensas muchedumbres parecen bosques
troncos semovientes que talan de diversos modos
y definen otras gentes los que ellas son
de maneras siempre nuevas e  insospechadas
convenientes, rentables, como enormes establos
para decir las cosas así tan fieramente:
esta esclavitud, idolatría signos de los tiempos,
porque no hay demasiado derecho a sonreír
salvo que estés loco, inconsciente o tonto,
salvo que no sepas qué cosa es el amor.
Uno debiera arrancarse los pelos de tan desesperado
como para no andar del brazo fácil de los atardeceres de locura fácil,
la engañifa de un momento apenas
de sudores corporales esporádicos y sin compromiso,
porque el amor por una mujer es otra cosa
porque el amor por lo próximo es otra cosa
porque el suplicio es permanente y multiplicado,
la barriga vacía es un largo concierto de carne que reclama
el amor de algo que masticar simplemente.
El silencio hermoso de las noches de luna
no se compara con el silencio de la amargura.
Es cierto:
ni calvo ni con dos pelucas andarás diciéndome.
Nuevamente vuelvo a inquirirte
porque es necesario amar en particular, claro está,
pero también desparramar excedentes generosos,
porque el amor es un misterio inagotable
hecho para dar no como una zaparrastrosa limosna
porque hay un tiempo para todo
y todo lo que tenemos es tiempo.
Porque de veras no se puede con la impresión espantosa
de esa bofetada que te repiquetea las mejillas
ver sonreír a diestra y siniestra
recorriendo en aeróstato la vida en un paneo de novela
como si no ocurriera nada o acaso
huyendo como un ciego hacia adelante
dando palos a tientas por no abrir los ojos.
Dime qué ves mas allá de tu ombligo que te haga reír
como si finalmente todo estuviese en paz
como si finalmente los besos campearan el orbe
como si finalmente ya no hay que poner cerrojos a las puertas
como si finalmente los niños no se murieran anónimos
como si finalmente los viejos sucumbieran en familia y plácidos
como si finalmente se oliera a cosa humana y tierna
y las mariposas, el aire, y la risa fuera patrimonio común
como si finalmente
como si
cómo
entonces dime viéndome a los ojos,
cómo andas ensimismado en tu miserable ombligo
o lo que es peor en esa barbarie secuencial de olvidos,
cómo andas así mirando sin ver
tal si fuesen deshechos para tu memoria
 esa sangre pasando a tu lado,
ese despilfarro de bolsa agujereada e inservible de palabras
que dices como para otorgarte la excusa y el perdón
tal si fuese tu lugar en el mundo ser el bueno de la película
con letras grandes de marquesinas entre los extras.
Es que para gozar uno debiera no sólo tener corazón
sino saber para qué sirve
porque parece un músculo involuntario
tan incontrolable que no sabes cuándo se parará
y ese es el drama, no te controlas,
dependes de un miserable pedacito de carne 
que te dirá basta cualquier día de estos
y mientras tanto te lo pierdes,
te pierdes el amor simplemente
en las paradas de los buses, de los trenes,
en las calles y en todos lados,
en las puertas de todas las casas
que son como un nuevo mundo
inclusive la tuya.
La felicidad es cosa seria si la encuentras,
no va disfrazada de amor ni lo parece,
es parte general de esta guerra donde se avanza
día a día
dolor a dolor
uno a uno
cuerpo a cuerpo
hombre a hombre.
Que es justo cuando descubres
que debes decidir de qué lado estarás,
que andar de farra con los lobos no es un buen negocio:
todas las manadas tienen sus alfas
y es despiadado el ejercicio del poder.
En cambio si es que acaso puedes, qué cosa linda de veras,
se descansa en los espacios de todos los colores
 es decir, se ama verdaderamente,
y uno puede echarse a dormir tranquilo
de noche
cuando puedes tener un sueño completo y pacífico.
La sonrisa llega al rostro a la hora justa
bondadosamente
y así se intuye y se recibe
o es una mueca convencional
que no agrega nada a tu cara de guasón sin Batman.
Pues bien, ahora mírame
y no me digas nada.
Deja el espectáculo de tu ombligo.
Si no te llegan pronto el delicado olor de los jazmines
así, sin ningún motivo que te conmueva las entrañas
no hay nada que hacer.
He blasfemado en tu cara mi evangelio
para dejar constancia de mi paso,
esta blanca tempestad de arena.

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