Al otro lado de
la vía
Nietzsche y
Jesús traman algo.
El humo del viejo convertible
deja un aroma agradable
alguien dijo algo así como
que nunca los alcanzaremos
ah! ese pesimista
moviendo sus pocos pelos con
sus lentes en la mano.
Otro dijo que tal vez vuelvan
pero que no era seguro
con su voz apenas de
Kerouac vacío de palabras
sin embargo creo
que a Chinaski le importa un rábano
agitando el whisky en la mano saca su lengua espantosa
y grita porquerías
que nadie quiere escuchar.
Al otro lado de
la vía se discute de flores muertas
un ruido vuelve
las cabezas
entonces un tal
Prévert susurra o reza,
allá vuelve el viejo convertible
dos viejas pasan en sus bicicletas de madera
tallada
se parecen a ciertas novias vírgenes que he
conocido
maldito hombre ¿ qué has visto?
ni siquiera tomas whisky y eres una carga
me gritan ¡estúpido latino no escribes más que basura!
Al otro lado de la vía
otro convertible pasa sin prisa
con una multitud de sombras de gente simple
palabras entrelenguas
a dos besos el verso.
Me saludan como
si todos me conociesen.
Dos ángeles
giran sus cabezas y me miran.
Se ríen a
carcajadas.
Sus bocas son
poesía pura
y suficiente
para un ocaso perfecto.
Hay un aroma
extraño que trae paz
los viejos me
abrazan y me palmean
soy un latino
extraño y con suerte,
creen que soy un
fantasma,
el convertible
vuelve a pasar
Norma Jeane va
al volante
Nietzsche y
Jesús van distendidos.
Nadie se lo
cree.
Sombra entre
sombras.
Una historia
más.
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