Los discípulos de la luz trajeron
ruiseñores,
estaban mismo en sus ojos
donde cualquiera podía descubrirlos como
milagro.
Los ruiseñores invitaban pero nadie veía
como si las cuencas de los ojos fuesen
páramos
y viviesen el miedo definitivamente
enterrado
que de solo observar cala los huesos.
Un hombre pasó con una flor en la mano
entonces los ruiseñores le saludaron una
melodía
pero la flor se murió
y el aroma como un alma sola se ha ido
porque la cabeza del hombre era como de
metal
con sus ruidos cotidianos y previsibles a
cada impacto.
Los pajaritos en todos los ojos veían
breves vidas
como pompas de jabón
y lloraban lágrimas como besos de niñitos
mostrando la belleza sin rodeos
aunque nunca fue suficiente prueba
porque muchos dijeron que eso no era amor
que el amor es siempre otra y otra y otra
cosa
mucho mas complicada que unos cuantos
ruiseñores
en la mirada de unos seres fuera del
mundo común
que andaban como unos locos tratando de
convencer
con la voz bajita y los ruiseñores a coro
de caricias.
Entonces los discípulos de la luz ya
cansados
se apagaron, se hizo la noche
y al amanecer
todo fue lo mismo como cadena inacabable
de lunes,
sonaron por su orden las alarmas, los
despertadores,
y el mundo se fue levantando según va
girando
como una orografía previsible y repetida
al son de la música que parece diferente
pero es la misma,
porque una revolución fracasa cuando no
se mira bien
y
va desapareciendo hasta su misma memoria,
fue lloviendo según los parajes, es
cierto,
como puede ser cualquier lluvia y eso no
extraña a nadie,
fue lloviendo y los paraguas no dejaban
ver
los ruiseñores cayendo y cayendo
de los párpados de los discípulos de la
luz que se fueron,
haciéndose como agüita los ruiseñores
muertos.
Decía Hipócrates: la vida es breve,
el arte largo, la ocasión fugaz, la
experiencia engañosa,
el juicio difícil.
Los discípulos de la luz trajeron
ruiseñores.
Xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
DERECHOS RESERVADOS