En un rincón el silencio
tañe los telares del alma
donde habita un puño de soles sin testigos
y señores
hondamente se derrumba la palabra
en un abismo tan ojos a otra luna a otra espiga
en las enaguas húmedas de la boca se derrumba
el peso del dolor
cayendo sobre cuellos a sorbos
como cuervos transgrediendo hogueras
las piedras
retumbando laceradas el pulso
aljibes las manos
arcilla
hondamente
la sombra que raya la ventana por los ángulos
parte en dos el occidente;
el hombre
confina los minutos tan llenos de puertas
se desangra en sus dudas
y hondamente se derrumba a soñar
gritando sombras en las paredes
con su desesperación sin alas
tan pajarito sin alambre
tan punto de fuga
tan estrella por visitar.
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