Una
vieja pasa por mi puerta,
va
al mercado
y
lleva una bolsa llena de porquerías de su boca
para
cambiar por algunas nuevas camino del mismo.
El
perro de la esquina le ladra porque la conoce
por
sus hábitos la conoce y desconfía:
he
ahí un perro inteligente.
Manoteo
una mosca parada en mi mejilla
y
mis ojos se topan con su hija
ah!
eso es otra cosa
y
el perro está de acuerdo moviendo su cola.
Mirándola
pienso que todavía existe la esperanza.
Y
eso es todo cuando entran al mercado.
La
mosca sigue intentando
y
la aplasto con un diario justo en mi rodilla.
La
mosca y la vieja en esta mañana de tedio infinito.
Ah,
pero la hija,
la
hija,
eso
es otra cosa.
Dan
ganas de decirle buenosdías
pero
se ha ido mientras pensaba esto
junto
a la desgraciada decrépita
pero
no importa.
Acá
viene otra mosca y otra mujer achacosa,
cada
una a su destino que es el mismo
aunque
la vieja viene sola
y
claro está con su bolsa.
Pero
la primera tenía una hija.
Ah,
pero la hija,
la
hija,
por
Dios,
eso
es otra cosa.
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