Porque es más fácil poner comas, puntos
y comas,
paréntesis, comillas y punto, al otro
renglón
con la mano y escribiendo
que en la puta vida
Fernández lo sabe y mueve la cola
mira por la ventana pasar los vecinos
fluye
su inteligencia consiste en tomar atajos
me aventaja en simpleza
debería ser más humilde
entender las pequeñas fiestas
principios y finales
no querer intentar beber ron de oscuros
galeones hundidos
me cuesta abrir bien los ojos
la realidad trae escondida cosas
horribles
espantos y un sinnúmero de gestos
innecesarios
reírse hasta llorar puede ser una
epopeya
que ha derribado las restricciones
y por un momento uno se encuentra con
uno mismo
como un niñito
brevemente
y me acuerdo de Perec que se acuerda de
Brainard
y me acuerdo de miles de cosas que no
importa a nadie
incluida mi vida por el mundo
lo significante y las insignificancias
los reportes entre útero y lápida
soy sin ser
anónimo
peregrino
huésped y usuario
inquilino
en términos de cápsulas pequeñas de
felicidad
una cada doce horas
y porque todos los días
vengo atravesando las cinco de la tarde
con todo éxito
-y es una felicidad en sí misma -
me tomo un early gray sin taza de té
inglés
en un vaso de requesón que tiene cierta
opaca comprensión
de qué se trata todo esto
entre cinco de la tarde y cinco de la
tarde.
Fernández es inteligente:
Vió a su perra favorita y sin discursos
mueve la cola para que abra la puerta.
Está contento.
Sale.
Se huelen, festejan sus colas y hocicos.
La vida tiene tanta poesía como uno
quiera.
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