Tomé a una mujer que asomaba sus estrellas
pero al tiempo resultó insoportable
le dije que no podía dormir,
que sus luces se apoderaban de mi alma
pero ella se rio de tan segura
confiaba en mi debilidad
entonces repetí que no podía dormir
que uno no puede vivir sólo de estrellas
-en realidad dije tomé no como posesión,
sino como desposorio luminoso-,
sin embargo no comprendió el testamento
la alianza que firmamos al amanecer
porque ella gustaba de asomar sus estrellas
siempre y siempre
entonces mutilé esas luces de mi alma
y ella se quedó con la misma sonrisa estúpida
y me alejé con el corazón silbando bajito
una secuencia de jazz para el olvido.
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