Como una candela encendida que cabecea
ando esperanzando la
sangre
y uno la ve así tan
endeble, encebadita,
goteando sus lágrimas de vida tan parecidas a mí
con la flama que se le bambolea a su pesar,
que canta y llora caliente
cómo se escurre a
tientas en la oscuridad.
Una candela encendida,
terrorismo del
pensar nomás,
vómito que sale porque me urge esa luz
amor que se
acuesta en el horizonte,
crucificado.
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