Tres contenedores de basura abiertos
y en el suelo pedazos de un televisor roto
una revista con media mujer desnuda y fea
bolsitas de nylon blancas deshechas
restos de cáscaras de papas y huevos
un respaldo de una silla antigua
botellas descartables de agua y aceite
dos de cada una, una curiosidad.
Un pedazo de cuerda sin el ahorcado
y papel de envolver regalos hecho un ovillo
una lata de arvejas de dudosa marca
un desprendimiento de lo que fue un pantalón
junto a las piernas de una muñeca,
un hombre que pasa y me mira
y detrás su mujer
la hija baja la vista, no me mira
pero yo sí, tiene un lindo vestido;
las piernas de esta muñeca es mejor que las de la otra,
las de su madre no.
Un zapato quizá talla cuarenta y dos
sin su dueño y huérfano de su hermano,
otro hombre pasa y otro
ninguno me mira.
Hay un olor ácido mezclado con todo el conjunto
y la tierra húmeda,
un Volkswagen del sesenta y dos pasa
y allá la manija de una sartén,
los contenedores están a tope
y esto es apenas la introducción
a cuenta de bastante más por sus alrededores,
una vecina me mira preguntándose
qué diablos hago parado ahí
y me pregunto qué
diablos hace ella mirándome
para que parezca tan natural este paisaje y no yo.
Me voy a pasos cortos en dirección opuesta a la susodicha
con los cuchillos de sus ojos en mis espaldas,
soy culpable de algo que no sé sangrándome desde su mirada.
Allá hay dos contenedores más y prometen un paisaje
semejante.
Cuestiones urbanas no resueltas
cuestiones humanas no resueltas.
Hace frío. No hay nadie a la vista.
Orino detrás de un árbol que me esconde y sigo mi camino.
Ahora estoy un poco más relajado.
Pasa otro vecino, me reconoce y me saluda,
yo le devuelvo la gentileza.
Unos cuantos pasos más allá
la hija del primer hombre de lindas piernas y vestido
vuelve sola y ahora me mira
pero ya es tarde.
No tengo nada que ofrecer a una cobarde.
Necesito aire limpio.
Mañana será otro día.
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
No hay comentarios:
Publicar un comentario