POESÍA PISTOLA EN MANO

POESÍA A QUEMARROPA

domingo, 5 de febrero de 2012

DISCURSO PARA DECIR POR EJEMPLO COMPAÑEROS Y POESÍA


Se sabe en el largo desarrollo de la dialéctica discursiva
donde la práctica de la vida cotidiana prueba indudablemente
que habrá de significar un auténtico y eficaz punto de partida
en la superación de las experiencias periclitadas,
las ricas experiencias que nos muestran que
se exige la precisión y la determinación
justo a la altura de las circunstancias.
Estamos claros en la necesidad de tener conocimiento.
De igual manera
obstaculiza la apreciación de la importancia
todo aquello que no implique o distorsione la escena
es decir, un lanzamiento indiscriminado de los factores excluyentes,
incluyentes, circunstanciales, historiográficos e incluso
de fondo, forma y profundidad, y por tanto,
 todas aquellas cosas que realmente a ojo avizor
 impida el reforzamiento y desarrollo de la estructura,
el pensamiento conformado, la confianza futura y la apuesta genuina,
pues las experiencias ricas y diversas están ahí,
a la mano de la literatura vasta y universal,
a la altura de la experiencia existencial de los procesos consensuados,
en cada persona que nos encontramos a la hora crucial
en que nos jugamos la realización de las premisas personales.
Pero pecaríamos de hipócritas si soslayaramos que
el proceso que consensa  unas y otras experiencias contundentes
hacen al meollo del asunto, lo justifica y patrocina
aunque intentemos no llevar las cosas a la naturaleza del equívoco.
La duda está implícita en toda estructura de pensamiento,
por otra parte y dada las condiciones actuales,
cumple deberes importantes en la determinación,
ubicación y especificidad de la relación establecida,
pues hay que ser exactos en las acepciones que empleamos,
a tono de explicitar, decir:
“queridos compañeros” “poesía”
como si fuese una simple manipulación de palabras.
¿Se entiende? ¿Eh? El vacío del ruido de la boca,
las palabras desarmadas, cementerio de letras oxidadas,
cuestiones descarnadas que son una metáfora muerta.
Un guiso mismo de palabras inútiles.
Todo esto que acaban de leer.
Después me hablan de la complejidad de la filosofía,
¡Hágame el favor!
No aplaudan. Gracias.
Dejemos el discurso por algo más contundente,
por ejemplo un pan.
Voy a cenar.

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