Yo pecador me confieso
de las tristezas que fueron mas y siguen llegando
con el peso del pie de érico el rojo sobre el frío hielo,
me confieso de un cielo que cambia sus pájaros
y la trampa de las sábanas los sábados de tarde
con la mujer ahogada en perfumes tan parecidos a lágrimas.
Yo pecador me confieso
de los inviernos que raspan las llagas como puertas
y entonces el alma nieva y gotea sus naufragios
y más allá un grito en la noche
que nadie responde y jamás lo hará para ninguno.
Yo pecador me confieso
de la vida que se aleja simplemente
y hace que cada vez sean más
los nombres que olvidamos,
de los amores súbitos y castos como lucecitas,
las mujeres inventadas
y el ritmo natural y caliente
de un cuerpo sobre uno
que te deja a la intemperie y sacramentado.
Yo pecador me confieso
quemando en los últimos cartuchos
el sentimiento trágico de la vida
y este amor que no acaba de morirse:
mea culpa
mea culpa
mea culpa.
de las tristezas que fueron mas y siguen llegando
con el peso del pie de érico el rojo sobre el frío hielo,
me confieso de un cielo que cambia sus pájaros
y la trampa de las sábanas los sábados de tarde
con la mujer ahogada en perfumes tan parecidos a lágrimas.
Yo pecador me confieso
de los inviernos que raspan las llagas como puertas
y entonces el alma nieva y gotea sus naufragios
y más allá un grito en la noche
que nadie responde y jamás lo hará para ninguno.
Yo pecador me confieso
de la vida que se aleja simplemente
y hace que cada vez sean más
los nombres que olvidamos,
de los amores súbitos y castos como lucecitas,
las mujeres inventadas
y el ritmo natural y caliente
de un cuerpo sobre uno
que te deja a la intemperie y sacramentado.
Yo pecador me confieso
quemando en los últimos cartuchos
el sentimiento trágico de la vida
y este amor que no acaba de morirse:
mea culpa
mea culpa
mea culpa.
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