Una mujer mojada
con el pelo pegado en la cara y en la espalda
gotitas sobre la piel erizada
las pestañas sin horarios
los poros como corazones abiertos
y unos ojos
que cuentan lo que el agua le ha dicho
(parece ser una historia inmensa),
porque los labios
corroboran ampliamente en sonreír
secretos jamás divulgados.
Una mujer mojada
no necesariamente desnuda
no necesariamente conocida
cercana de tan lejana
diciendo lo que no dice
bajo el sol de sus estrellas que sin embargo
ahí están y se presumen.
Una mujer mojada
recién salida del mar
que cuenta su pequeña historia
de carne y hueso.
Las inconstantes olas
variaciones, tocatas y fugas
tan breves como las de Bach
para una mujer mojada.
Sólo una mujer mojada.
He ahí el misterio.
He ahí la poesía.
Una mujer mojada.
con el pelo pegado en la cara y en la espalda
gotitas sobre la piel erizada
las pestañas sin horarios
los poros como corazones abiertos
y unos ojos
que cuentan lo que el agua le ha dicho
(parece ser una historia inmensa),
porque los labios
corroboran ampliamente en sonreír
secretos jamás divulgados.
Una mujer mojada
no necesariamente desnuda
no necesariamente conocida
cercana de tan lejana
diciendo lo que no dice
bajo el sol de sus estrellas que sin embargo
ahí están y se presumen.
Una mujer mojada
recién salida del mar
que cuenta su pequeña historia
de carne y hueso.
Las inconstantes olas
variaciones, tocatas y fugas
tan breves como las de Bach
para una mujer mojada.
Sólo una mujer mojada.
He ahí el misterio.
He ahí la poesía.
Una mujer mojada.
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