Aquí
dejo mi ausencia
en
nombre de los tantos tiempos de mis ojos
ando
ya por lugares dejando horas de mi vida
como
quien deja limosnas a quien no se las pide
que
es de verdad como se deben dar.
Me
he ido porque cansado de esperar
nada
ha sucedido que sea suficiente para mi víscera
que
peregrina como un hombre bajo el universo,
así
que he dejado la ausencia allí mismo
me
he despojado de ella
colgándola
del viento para que de fe de mi.
Quizás
ahora anden buscando mis palabras
pero
yo podría expresarme equívocamente
e
irme convirtiendo en un paisaje otro
pero
es idioma que no entienden.
He
dejado mi ausencia como compañía
y
lo que dice se define por lo que es en sí misma.
Ya
me voy desnudando de las demás cosas
innecesarias
y absurdas que te pesan como rocas
como
si fuesen credenciales que debes exhibir
como
constancias ineludibles para demostrar que estás allí,
que
eres uno más de la manada.
Pero
así es.
No
le debo a cada santo una vela,
es
más, no compro velas.
Al
día y en efectivo pago mis minutos
con
esta carne que sostengo porque como dije,
estoy
ausente
nada
de lo que tengo tiene precio.
He
dejado de ser un número
y
por lo tanto no cuento.
Estoy
ausente.
DERECHOS RESERVADOS
cual una evación -que por temeraria no menos necesaria-
ResponderEliminarsaludos desde la costa de oro