Recibo esos besos rotundos, cavernosos,
húmedos de cerveza rancia
que se desean con la contundencia
del amor
pero no se sabe cómo se combinan
igual que los ruidos para ser sonidos que
me digan algo,
recibo todo el material de golpe
diciendo simplemente que no sé
uno sabe poco,
de modo que estoy casi desautorizado para
todo:
ando por los ojos otros
como una desgracia que hay que soportar.
Doy recibo de esta sumatoria de cosas
que llueven sobre mi cabeza y mi sangre,
doy recibo al cuervo en mi ventana.
El viento desordena todo lo ordenado.
Vuelvo al principio de las cosas otra
vez:
pensar y dejar ser,
lo sencillo y lo complejo,
buenos días a todo el mundo
y una sonrisa de esas de quedar bien:
apesta esta hipocresía barata de los
vecinos
del barrio, la ciudad y el mundo.
Me deslizo ríspidamente
por un mundo que no acaba de entenderme
ni quiere ni ve ni registra mis huellas.
Firmo una paz barata:
la contundencia del amor no está aquí.
Está ahí donde señalo con el dedo índice
en ese lugar del universo
diástole, sístole, diástole, sístole,
dos movimientos simples
el hombre misterioso,
el arte de vivir.
Xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
DERECHOS RESERVADOS